En Reconsiderando a Darwin se exponen las ideas originales de dos grandes pensadores: Charles Robert Darwin y Parménides de Elea. Aunque distantes entre sí por más de dos mil años, las discusiones filosóficas del Segundo encuentran por fin un campo de aplicación práctica en las observaciones científicas del primero.
Parménides propuso un espacio y un tiempo que no eran iguales a los que la “opinión pública y el sentido común” sostenían, ideas que fueron defendidas por su contemporáneo Heráclito de Efeso.
Por fin la filosofía –la búsqueda de las causas últimas, del “porque” las cosas son así- se entronca con la ciencia, la investigación objetiva de los fenómenos, del “cómo” ocurren estos.
Porque resulta que el animal que Darwin propone con su hipótesis de la Herencia de los Hábitos vive en el mundo que Parménides postuló.